lunes, 8 de marzo de 2010

EL DECÁLOGO DE LA MUJER EN LA IGLESIA




El decálogo de la mujer en la iglesia
Escrito por Jesús de las Heras Muela en Revista Ecclesia 2009

Portadoras de amor, maestras de misericordia, constructoras de paz, comunicadoras de calor y de humanidad
Una de las frases más hermosas del hermosísimo magisterio del Papa Benedicto XVI en su viaje apostólico a Tierra Santa fue su definición y descripción de la mujer en la Iglesia y en la sociedad. La mujer protagonizó su homilía del domingo 10 de mayo, en el estadio deportivo internacional de Amman, la capital jordana. Y también volvió a referirse a las mujeres en la misa de Nazaret, la ciudad de María, el gran icono de lo que es la mujer, de la grandeza de la mujer.
En Amman, la capital jordana, Benedicto XVI presentaba a las mujeres como portadoras de amor, maestras de misericordia, constructoras de paz, comunicadoras de calor y de humanidad.
Y he aquí que hoy me encuentro en la publicación semanal de la diócesis de Coria-Cáceres –la Hoja Diocesana “Iglesia en Coria-Cáceres”- me encuentro con este hermoso decálogo de la identidad y la misión de la mujer en la Iglesia. Su autora es la mujer y religiosa Catalina López Sánchez. Reproduzco su texto, al que añado alguna idea en conexión con las suyas.
1.- La mujer en la Iglesia es CORAZÓN. La mujer ofrece a la Iglesia y a la sociedad la necesidad que tiene de un corazón para que el hombre pueda sobrevivir sin deshumanizarse. La mujer sirve así a la vida en su totalidad.
2.- La mujer en la Iglesia es TESTIGO. La mujer desempeña un papel efectivo y valioso en la difusión del Evangelio. Desde el Evangelio es testigo de la Resurrección de Cristo para los hermanos. Ha visto la luz para la humanidad; ha visto a Cristo –como María Magdalena- y por ello puede ofrecerlo al mundo.
3.- La mujer en la Iglesia es SERVICIO. La mujer ha prestado y presta una aportación peculiar y específica a la Iglesia: su protagonismo activo desde las comunidades primitivas en clave de servicio, en clave de mujer. En la Iglesia hay muchas tareas y funciones. La mujer desempeña el suyo.
4.- La mujer en la Iglesia es PRESENCIA. Están presentes en la Iglesia, hacen Iglesia, son Iglesia. Son millones y millones las mujeres que han estado y están en la Iglesia, que sirven y pertenecen a organismos eclesiales, a nivel parroquial, diocesano, nacional, internacional.
5.- La mujer en la Iglesia es MADRE. La mujer desde su maternidad está abierta a la vida. La mujer en la Iglesia siempre engendra vida. Y tanto biológica como espiritualmente acompaña a la vida y acompaña a la Iglesia en su crecimiento.
6.- La mujer en la Iglesia es AMIGA. La mujer en la Iglesia sigue siendo la amiga cercana y querida de Jesús. Así lo testimonian tantas y tantas mujeres, desde los albores de la historia de la Iglesia hasta nuestros días, hasta el final de los tiempos. Lo han testimoniado y lo testimonian con su presencia fiel en las celebraciones eucarísticas y litúrgicas y en las actividades de la vida eclesial y parroquial.
7.- La mujer en la Iglesia es MISIONERA. La mujer en la Iglesia ayuda a descubrir la belleza de la fe en Jesucristo y la fuerza del amor evangélico, capaz de vencer el mal con el bien. La mujer es la primera misionera en el hogar, en la escuela, en la catequesis, en su trabajo, en su vida.
8.- La mujer en la Iglesia es CONSAGRADA. La mujer consagrada, a ejemplo de las grandes mujeres, a ejemplo de la Virgen María, la Madre de Dios, se abre con docilidad y fidelidad al amor de Dios ayudando a la Iglesia y a toda la humanidad a vivir para Dios.
9.- La mujer en la Iglesia es ESPOSA. La mujer desde su respuesta esponsal al amor de Dios expresa maravillosamente la comunión que El quiere establecer con su criatura. Lo hace también con su amor y fidelidad a su marido.
10.- La mujer en la Iglesia es CONTEMPLATIVA. La mujer como hizo María con Jesús, desde su sensibilidad contemplativa puede contemplar en su regazo la vida, manifestada en la vida eclesial, social, económica, cultural y artística. Es capaz de conciliar razón y sentimientos, estando siempre abierta al Misterio.

Testimonio final

Y Sor Catalina López Sánchez, M.A.P., concluye con su el siguiente relato, que transcribo literalmente:
“Por estas y muchas más razones, agradezco a Dios haberme creado mujer y haberme regalo el bautismo que me capacita para vivir todo eso con alegría y servicio en la Iglesia.
Mi querer y sentir con relación al sacerdocio de la mujer es lo que siempre la Iglesia ha querido y quiere. El sacerdocio no es un derecho, es un servicio propio del varón con vocación de servir.
Desde la Delegación de Relaciones Interconfesionales, puedo seguir sirviendo a Cristo con el que estoy desposada y mí querer el suyo: Te pido que todos vivan unidos. Como Tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros. De este modo, el mundo creerá que Tú me has enviado”.

No hay comentarios: