viernes, 4 de marzo de 2011

4 DE MARZO: MEMORIA OBLIGATORIA DE SAN CASIMIRO



SEGUNDO TEXTO DEL OFICIO DE LECTURA DE LA MEMORIA
De la Vida de san Casimiro, escrita por un autor casi contemporáneo
(Cap. 2-3: Acta Sanctorum Martii 1, 347-348)

DISPUSO DE SUS TESOROS SEGÚN EL MANDATO DEL ALTÍSIMO


Una caridad casi increíble, no fingida, ciertamente, sino sincera, con la que amaba ardientemente a Dios todopoderoso, se había derramado tan abundantemente, por la acción del Espíritu Santo, en el corazón de Casimiro, y de un modo tan exuberante -y, desde su interior, se desbordaba sobre el prójimo-, que nada le era tan agradable y apetecible como la entrega no sólo de sus bienes, sino de toda su persona en servicio de los pobres de Cristo, de los peregrinos, de los enfermos, de los cautivos y de los afligidos.
Para las viudas, huérfanos y oprimidos era no sólo un defensor y un protector, sino un padre, hijo y hermano.
Sería necesario escribir una larga historia, si quisiéramos enumerar aquí todas las obras con que demostró el gran amor a Dios y al prójimo de que estaba lleno su espíritu. Es prácticamente imposible describir o imaginar su amor a la justicia, su templanza, su prudencia, su fortaleza de ánimo y su constancia, precisamente en aquella edad más despreocupada, en que los hombres suelen tener, por el mismo peso de la naturaleza, una inclinación más pronunciada al mal.
No se cansaba de aconsejar a su padre la justicia en el modo de gobernar a sus súbditos. Y si alguna vez, por incuria o por humana debilidad, había alguna negligencia en el ejercicio del poder, nunca dejaba de advertírselo humildemente al rey.
Defendía y tomaba como suyas las causas de los pobres y los míseros, por lo que el pueblo lo llamaba el defensor de los pobres. Y, aunque era hijo del rey y de noble ascendencia, nunca, ni en su trato ni en sus palabras, se mostraba altivo con nadie, por humilde y poca cosa que fuera.
Prefirió siempre ser contado entre los mansos y pobres en espíritu, de quienes es el reino de los cielos, antes que entre los ilustres y poderosos de este mundo. No ambicionó el ejercicio máximo del poder ni lo aceptó cuando su padre se lo ofrecía, por el temor de que su alma resultara herida por el aguijón de las riquezas, a las que nuestro Señor Jesucristo llamó espinas, o de que fuera manchada por el influjho pernicioso de las cosas terrenas.
Todos sus camareros y secretarios -hombres excelentes y de toda confianza, de los cuales algunos viven todavía, y que conocieron con todo detalle su vida- aseguran y atestiguan que se conservó virgen hasta el último momento de su vida.

ORACIÓN
Señor Dios todopoderoso, a quien conocer es vivir y a quien servir es reinar, concédenos, por intercesión de san Casimniro, servirte con santidad y justicia todos los días de nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

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