jueves, 28 de agosto de 2008

28 DE AGOSTO: MEMORIA OBLIGATORIA DE SAN AGUSTÍN


DE LAS CONFESIONES DE SAN AGUSTÍN


Capítulo II

Siendo claras y manifiestas respecto de Dios las cosas más ocultas, qué viene a ser lo que hace el hombre en confesarse a Dios


2. Aunque no quisiese yo confesarme, ni descubrirme a Vos, ¿qué cosa puede haber en mí que os sea oculta, Señor, a cuyos ojos están patentes y claros los más profundos y escondidos senos de nuestra conciencia? En tal caso, en lugar de ocultarme a vuestra vista, os alejaría a Vos de la mía. Pero ahora que mis gemidos y llantos testifican que verdaderamente me desagrado a mí mismo, Vos, Señor, os dignáis descubriros resplandeciente a mi alma; Vos sois toda mi complacencia, Vos sois el objeto de mi amor y de mis deseos; para que avergonzándome de mí mismo, me desprecie y deje a mí, y os escoja sólo a Vos, de modo que ya no piense tener gusto en Vos ni en mí que no provenga de Vos.
Es certísimo, pues, que Vos, Señor, me conocéis claramente tal como soy; pero ya he dicho antes el provecho que espero sacar de confesarme a Vos. Así, no lo ejecuto con palabras ni voces formadas en mi boca, sino con palabras interiores de mi alma y clamores de mi pensamiento, que llegan a vuestros oídos. Si soy malo, no es otra cosa el confesarlo a Vos, que desagradarme de mí mismo; y si soy bueno, no es otra cosa el confesarlo a Vos que no atribuirme a mí mismo esa bondad, porque Vos sois el que dais vuestra bendición al justo, haciendo Vos mismo que lo sea el que antes era pecador y malo. Así, Dios mío, estas Confesiones que hago delante de Vos, las hago al mismo tiempo callando y no callando, porque si calla el ruido de la voz exterior, no calla mi corazón, ni cesa de clamar. Ni yo hablo ni comunico a los hombres alguna cosa buena que Vos antes no la hayáis oído de mí; ni tampoco pudiera ser que Vos la oyerais de mí si Vos mismo no me la hubierais dicho o inspirado.

No hay comentarios: