lunes, 25 de agosto de 2008

UN ARTÍCULO INTERESANTE SOBRE LOS ESTIGMAS

En la foto una señora italiana que dice que a través de ella habla la Santísima Trinidad –Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo–, los “tres Jesuses”, según sus propias palabras, (así, tal cual lo pongo, para que vean ustedes qué teología más profunda hay de fondo) y la Virgen en una nueva advocación bautizada como Madre de la Eucaristía. Y lo peor es que también hay un sacerdote de por medio. Ya le han llamado la atención al Papa y a los obispos, pues no les hacen caso...y eso que la vidente y su "mánager" clerical hablan en nombre de Dios. En la foto (que no es mía, sino de la red), podemos ver los estigmas de la señora y la supuesta hostia sangrante. Y lógicamente nosotros no vamos a ser menos en España; también tenemos a nuestra señora vidente nacional, que está en El Escorial.

Estigmas: dolencias místicas

     La historia del cristianismo recoge relatos de personas que tuvieron experiencias místicas y llevaron en sus manos y pies las heridas de los clavos que padeció Cristo en la crucifixión; en la espalda, mostraban las huellas del flagelamiento, y en las sienes, las heridas producidas por la corona de espinas. Esas señales, llagas y heridas sangrantes, se denominan estigmas visibles. Según los relatos, otros padecieron sólo los sufrimientos sin mostrar ninguna señal externa.
Según la Enciclopedia Católica, estos hechos están fundamentados históricamente. El primero en recibir los estigmas fue San Francisco, en 1224, dos años antes de morir. Otros santos que también los manifestaron fueron Santa Catalina de Siena, Santa Rita de Casia y, a principios del siglo XX, el padre Pío. La enciclopedia indica que la lista suma un total de 62 santos o beatos, de ambos sexos. Aunque en la actualidad también hay personas que afirman haber tenido visiones místicas y muestran heridas en su cuerpo.
Pero, ¿cuál es la explicación científica de estos hechos? La ciencia no tiene todavía una explicación. En las historias, tanto el padre Pío, como San Francisco, tuvieron estigmas de crucifixión después de haber pasado por estados de éxtasis.
La Enciclopedia Católica señala que algunos médicos sostuvieron que las heridas pudieron haber sido causadas de modo natural por la sola acción de la imaginación, aunada a emociones muy vivas.
En el libro Dermatología en Medicina General, de Fitzpatrick, se considera a los estigmas como una entidad patológica denominada púrpura psicógena, y los incluye como caso extremo dentro de una larga serie de afecciones de la piel que poseen un desencadenante psicológico. Estas enfermedades cutáneas van desde la alopecía areata, psoriasis, verrugas, pruritos y eczemas causados por el stress, hasta la denominada dermatitis manipulativa o artefacta, en la que los pacientes se provocan lesiones como escoriaciones y úlceras.
En algunas enfermedades de la piel, el trastorno psicológico de base es muy importante, como en la dermatitis manipulativa. Estos pacientes por lo general son psicóticos. Otro ejemplo es el delirio de los parásitos, en el que los pacientes refieren tener el cuerpo infestado de parásitos, o insectos, y tienen escoriaciones múltiples en su intento por sacárselos de encima. Estos pacientes requieren tratamiento psiquiátrico pero, por lo general, no reconocen que necesitan ayuda de esta clase.
En cuanto a los estigmas, el libro de Fitzpatrick señala: "El fenómeno más dramático e interesante es la aparición de estigmas en las manos y en los pies de los fanáticos religiosos, principalmente en época de Pascuas. Esta entidad se denomina síndrome de púrpura psicógena, y el pilar fundamental del tratamiento es el apoyo psiquiátrico".
La púrpura psicógena, de acuerdo con los médicos, consiste en hemorragias en determinado nivel de la piel, lo que se denomina extravasación sanguínea. Estas hemorragias pueden ser puntiformes, alargadas, o en forma de moneda.
Ya se vieron, en reiteradas oportunidades, pacientes que decían "haber visto a Cristo" y presentaban ampollas sangrantes en las manos y los pies. Dermatológicamente, aclaran los expertos, se trata de aliviar los síntomas. En caso de prurito o picazón, se dan antihistamínicos. Se indica un tratamiento local de acuerdo al tipo de lesión, por ejemplo antisépticos locales o cremas con antibióticos para evitar la infección. Pero es fundamental el tratamiento psiquiátrico, que se hace difícil porque estos pacientes no admiten que necesitan ese tratamiento.

Un síntoma de lo inefable

Para otros especialistas, psiquiatras, el caracterizar el problema como una patología psiquiátrica puede ser prejuicioso. "Se trataría de un síntoma", afirman.
El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, en sus Obras Completas, considera el estigma como síntoma. La palabra, etimológicamente, significa "marca en el cuerpo". Desde la perspectiva de la psiquiatría se trataría de un síntoma histérico. Así como puede producirse una congestión de sangre en las mejillas por cuestiones psicológicas, también podrían producirse esas heridas sangrantes denominadas estigmas.
De todas maneras, el estigma, considerado como síntoma, posee una connotación negativa, algo dañino para el cuerpo. En cambio, en los relatos, dichas heridas no tenían características negativas. Por el contrario, eran una señal de santidad. Los relatos narran que los médicos no lograban curar esas heridas con remedios, y que "a veces las llagas emitían aromas exquisitos".
El psiquiatra francés Pierre Marchais, en su libro Magia y mito en psiquiatría, señala que existe una psicopatología religiosa, y que los científicos siempre se mantuvieron escépticos frente a esta cuestión. Y, si bien no tienen una explicación racional del fenómeno, dejan siempre un margen de duda. La mayoría de los psiquiatras franceses incluye estos fenómenos entre la histeria y los delirios.
El hecho respondería a una necesidad de que, en lo real, se manifieste aquello que es sólo simbólico. Lo que no puede expresarse por la palabra termina siendo expresado por el cuerpo.
La sintomatología clásica de la histeria incluye síntomas fisicos como parálisis locales, dolores y anestesias para los cuales no se encuentra causa orgánica. Sin embargo, un sujeto puede no presentar ninguno de los síntomas corporales típicos de la histeria y no obstante ser diagnosticado de tal modo, ya que no es sólo un conjunto de síntomas, sino una estructura, explica la psiquiatría.

Un fenómeno cultural

Parecería llevarse a cabo un fenómeno de identificación histérica con Cristo al punto de encarnarlo, la identificación histérica llevada al límite.
Una explicación es que se produciría un accionar psíquico sobre el cuerpo. Catalina de Siena, por ejemplo, era anoréxica, enfermedad que también se explica como un accionar de la mente sobre el organismo.
En todos los casos, el estigma era vivido como algo positivo, dentro de una concepción de que padecer era bueno porque aseguraba el camino al cielo. Cabe tener en cuenta que los relatos de estos hechos no constituyen textos médicos, sino que fueron realizados por personas que compartían la misma concepción.
Ocurre que en las enfermedades psiquiátricas es muy común que el paciente esté convencido de que es un santo, o la reencarnación de Cristo o de la virgen María. La temática mística tiene un peso fuerte en muchas patologías psiquiátricas. Los pacientes con delirios místicos muchas veces se producen heridas, y no lo admiten. La necesidad de demostrar que su delirio es verdadero los lleva a actuar sobre el propio cuerpo.

Sugestión y empatía con el sufrimiento

¿Qué es un síntoma histérico? Este tipo de síntoma aparece cuando algo no puede ser expresado en palabras y el cuerpo se encarga de decir aquello que la palabra no dice. Es el cuerpo el que habla. El análisis desanuda estos síntomas porque permite que el paciente ponga esto en palabras y el síntoma va desanudándose. Para la psiquiatría, la histeria había sido considerada una enfermedad neurológica.
Los síntomas histéricos se relacionan con una alta capacidad de sugestionarse, y también capacidad de ponerse en el lugar del otro e identificarse, sufrir igual.
Lo que hace pensar que estas personas no necesariamente eran psicóticas. Quienes los rodeaban los cubrían de popularidad, es decir que estaban avalados por quienes compartían la misma concepción.
Lo que está claro es que estas personas reunían ciertas características especiales, como un fanatismo religioso y una capacidad para inmolarse por sus creencias. Dedicaron su vida a la religión y pasaron por trances de éxtasis. Estos son pasos más o menos comunes en el recorrido de todos los que manifestaron estigmas.

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